Las partículas de los ácaros del polvo tienen un tamaño inferior a 5 micrometros, por lo que llegan a lo más profundo de nuestro sistema respiratorio. Los ácaros existen en todos los hogares y no son un signo de falta de higiene, sino que se alimentan principalmente de la caspa humana. Los ácaros del polvo no son gérmenes propiamente dichos, son arácnidos diminutos (0,3 mm). Sólo una pequeña muestra: pasamos aproximadamente un tercio de nuestra vida en la cama. Los ácaros del polvo se sienten más cómodos en ambientes húmedos y cálidos, como en colchones, edredones y cojines, así como en muebles tapizados y peluches infantiles. A menudo se olvida la eliminación a fondo de los excrementos de los ácaros del polvo.

El moho, que es tan pequeño como 1,5 micrometros, acaba incluso en nuestros pulmones.

Las partículas de hollín, virus y bacterias son aún más pequeñas (0,1 micrometros o menos) y pueden depositarse en lo más profundo de nuestros pulmones. Por tanto, también pueden entrar en nuestro torrente sanguíneo y distribuirse por todo el cuerpo.

El polvo fino está formado por partículas muy pequeñas (de 0,1 a 10 microgramos) invisibles para el ojo humano. Puede irritar los pulmones, provocar asma e incluso reducir drásticamente la esperanza de vida.

El polvo fino es principalmente de origen humano, pero también puede tener una causa natural. Lo provocan, por ejemplo, las calefacciones domésticas, los vehículos en circulación por carretera, las plantas de la industria pesada y sus procesos, así como la agricultura. El polvo fino producido naturalmente procede de plantas, incendios forestales, microorganismos, erupciones volcánicas y erosión de rocas, etc.

Partículas con un tamaño de hasta 3 micrometros entran en la casa incluso a través de ventanas selladas. El nivel de polvo fino en el exterior suele ser menor que en el interior, por ejemplo en pisos, escuelas y oficinas.