
La purificación del agua es el procedimiento de eliminar determinadas sustancias químicas y otros elementos indeseables del agua. El objetivo es producir agua apta para un fin específico. La mayor parte del agua potable se desinfecta para el consumo, pero el proceso de purificación del agua también puede utilizarse para otros fines, como aplicaciones médicas, farmacológicas, químicas e industriales. La filtración, la sedimentación y la destilación, así como muchos otros procedimientos más complejos, son procesos utilizados para llevar a cabo esta transformación.
La depuración del agua puede reducir la concentración de materia particulada, incluidas partículas en suspensión, parásitos, bacterias, algas, virus, hongos, así como reducir la cantidad de una serie de materiales disueltos y particulados derivados de las superficies que proceden de la escorrentía debida a la lluvia.
Diferentes gobiernos u organizaciones internacionales ayudan a establecer los puntos de referencia para las normas del agua potable. Estas normas suelen mantener requisitos específicos para las concentraciones de contaminantes, dependiendo de la finalidad del uso del agua.
La calidad del agua no puede determinarse basándose únicamente en una inspección visual. Los procedimientos básicos, como la ebullición o el uso de un filtro de carbón doméstico, no bastan para tratar todos los posibles contaminantes que puede contener el agua. Incluso el agua de manantial natural debe analizarse antes de determinar qué tipo de tratamiento necesita. Técnicamente, la única forma de determinar por completo el método de purificación más eficaz es mediante análisis químicos y microbiológicos.
La reducción de las muertes por enfermedades causadas por el agua es uno de los principales objetivos de la salud pública en los países en desarrollo. Más de mil millones de personas carecen de acceso a un suministro de agua potable limpia y el ochenta y ocho por ciento de los cuatro mil millones de casos anuales de enfermedades diarreicas se atribuyen al agua insalubre y a un saneamiento e higiene inadecuados, según un informe de 2007 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mientras que casi dos millones de personas mueren cada año por enfermedades diarreicas. La OMS calcula que el noventa y cuatro por ciento de estos casos de diarrea se pueden prevenir con mejoras adecuadas del medio ambiente, incluido el acceso al agua potable. Unos métodos sencillos para tratar el agua en casa, como la cloración, los filtros y la desinfección solar, y almacenarla en recipientes seguros podrían salvar un gran número de vidas cada año.